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Foto del escritorAngeles Arreola

Lo que Jesús hizo por nosotros en la cruz



Jesús nos mostró quién es Dios y lo que significan sus mandamientos. Nos demostró su autoridad sobre la muerte, la enfermedad, la desesperanza, la tristeza, la pobreza y sobre el enemigo de nuestras almas. Llevó en su cuerpo la pena de nuestros pecados para que no tuviéramos que llevarla nosotros. Cuando dijo: "Consumado es" en la cruz (Juan 19:30), no sólo significaba que Su vida en la tierra había terminado, sino que las cosas que realizó en la cruz también habían terminado. Hecho! Nada puede cambiar eso. El poder de la muerte y del infierno fue conquistado en la cruz y derrotado para siempre. Cuando le permitimos a nuestros corazones comprender plenamente esa realidad, la alabanza y la adoración no pueden contenerse. Se vuelve como un amanecer en el corazón que brillará fuera de nosotros de una manera u otra. Cuando eso ocurra, nos despojaremos de nuestra idea de alabanza como una liturgia formal prescrita o un orden predecible, y entonces descubriremos la verdad y lo maravilloso del Cristo vivo en nosotros.


Jesús no quiere que olvidemos nunca lo que Él hizo. Quiere que lo recordemos cada día. Él instruyó a Sus discípulos en la forma en que el sacrificio de Su cuerpo y sangre debía ser recordado al beber el vino y comer el pan. Y nosotros también debemos hacerlo de vez en cuando. Pero cada vez que lo adoramos y alabamos por Su sufrimiento, muerte y resurrección, le damos la reverencia, honor y gloria que merece. Nos recordamos a nosotros mismos todo lo que Él sacrificó y logró.


Compartir una comida con alguien es algo íntimo. Hay algo profundo, una conexión que se produce en la relación. Jesús espera que le invitemos a entrar en nuestras vidas para que podamos hacer lo mismo con él. Él dice: "¡Aquí estoy! Estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré y cenaré con él, y él conmigo" (Apocalipsis 3:20). Que Él venga a cenar con nosotros es una preciosa promesa de intimidad espiritual. Cada vez que le alabamos, estamos abriendo esa puerta y profundizando aún más nuestra relación con Él.


A menudo he oído a la gente decir: "¿No va a ser aburrido el cielo -vestir las mismas túnicas blancas y cantar canciones de adoración todo el día?". En realidad, eso suena bien para mí. Sin dolor, sin enfermedad, sin miedo, sin que nadie te haga daño, sin preocuparte de donde vendrá tu próxima comida o cómo vas a pagar tus pagos o facturas o que vas a vestir.  Y además me gusta mucho el color blanco! Así que en cuanto a que la alabanza en el cielo sea aburrida -no hay forma de que eso sea así!  Vamos a estar tan impresionados con la asombrosa y maravilla presencia de Dios que no vamos a ser capaces de contenerlo. La adoración saldrá de nosotros y será una emoción continua. Le debemos tanto a Jesús. Nuestro pago es amarlo y alabarlo por siempre. Comencemos ahora!


NOTA: Este es un texto que leí al estar estudiando la Palabra de Dios, me gustó mucho y quise compartirlo con todos ustedes. Los derecho de autor son de Stormie Omartian en la Biblia "El poder de la Mujer que ora."


Dios Todopoderoso les bendiga grandemente. Les ama en el amor de Cristo Jesús, su amiga y hermana:


Angeles Arreola

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